Fue en 1924 cuando por fin, Alexandra David-Néel se puede colar en el Tibet y llegar a Lasha para cumplir uno de los grandes sueños de su vida. Se convirtió en la primera mujer occidental en llegar a esta ciudad, prohibida por el imperio británico y las autoridades Chinas. Tres años de caminar y buscar su destino de manera incansable.
Difícil, muy difícil es hablar de una mujer pionera en finales del siglo XVIII y parte de siglo XIX dónde llevar a cabo tu sueño de exploradora y viajera en esta época y en este mundo era una empresa compleja.
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Vida de una mujer con sueños
Su nombre es Louise Eugénie Alexandrine Marie David, pero ya lo conocemos como Alexandra David-Néel, nació el 24 de octubre de 1868 en Saint Mandé y murió 100 años más tarde, en 1969 en Digne-les-Bains.
Esta mujer tuvo una vida larga e intensa, soñadora y con afán explorador no tardo en dejarse influenciar por los consejos y ánimos de los pensamientos de libertad de su padre.
Alexandra estudió opera y en un momento de su vida tuvo que dedicarse a cantar para poder mantenerse, fue también periodista, escritora pero sobretodo exploradora, viajera, aventurera, espiritualistas, feminista, anarquista y budista.
Su gran aventura, ir a Lhasa
Desde joven tuvo un espíritu inquieto, con ganas de conocer diferentes culturas y mundo, se atrevió con poco más de 18 años a viajar por toda Europa en bicicleta, en sus viajes y aventuras visitó un museo dónde se quedo captada por una impresionante figura budista. Y aquí empezó a tomar un rumbo más definido su vida…
Primero viajó por muchos lugares aunque siempre quiso ir a la India, tras casarse y viajar a la India en un principio por 18 meses (después
fueron 14 años), Alexandra conoció quién sería su alma gemela y su compañero de aventuras, Yondgen, un muchacho mucho más joven que ella pero que amaba el budismo y la misma filosofía de vida.
Entre viajes y pensamientos, Alexandra David-Néel escribió más de 30 libros de religiones orientales, viajes y su filosofía de vida.
Los primeros años de Alexandra David-Néel
En 1868, nacería esta mujer única pero con seis años se trasladó a Bruselas. Su padre era profesor y un libre pensador, su madre una mujer fuertemente católica y de carácter estricto, casi un matrimonio antagónico que educó a esta niña en un ambiente disciplinado.
Se dejó influenciar por los ideales de libertad y consejos de su padre y por el amigo anarquista de este, Élisée Reclus, que acabó siendo determinante para la formación de la personalidad de Alexandra. Anarquista y feminista trabajo de joven como periodista en el diario “Pour la vie” y también en “La Fronde”. Su posición acomodada no le impidió defender posturas económicas que favorecían a la clase baja y especialmente a la independencia económica de las mujeres.
Madurez, amor y boda
Desde 1904 a 1911 está mujer pasó de conocer el amor a una depresión profunda por convertirse en una casada convencional. En 1904, se casó con Philippe Néel en Túnez, que seguramente se enamoraría de su rebeldía y de sus pensamiento libre, durante 4 años que fueron amantes pero casi como cualquier hombre de la época que su mujer fuera su esposa y madre de sus hijos. Pero Alexandra, aunque advirtió a su futuro marido en que no quería convertirse, sucumbió poco a poco al matrimonio y a la vida sedentaria. Esto le llevaría a una depresión profunda que pudo superar tras conseguir organizarse para poder viajar a la India y empezar una nueva aventura en su vida.
Junto con su segundo viaje a la India en 1911 se acabó su matrimonio tempestuoso en algunos momentos pero que su amistad duró toda la vida. Conoció el amor pero no lo soportó, conoció la vida acomodada pero no le convenció, buscaba y deseaba encontrar algo más que le llenara y que le hiciera sentir viva.
Espiritualidad, meditación, budismo, viajes y aventuras
Ya tenía experiencia como mujer aventurera y viajera pero ahora buscaba encontrar esa espiritualidad que la hiciera feliz o entender el mundo dónde viva. Le toca vivir la etapa más incierta, aventurera y exploradora de todas, descubrir, sufrir pero vivir, pasar penurias par encontrar la recompensa, cultivar su mundo interior, se estaba convirtiendo una mujer con una filosofía muy determinada.
Insistió en conocer la religión budista y hacerla suya, tanto que a veces sintió que la dominaba hasta el punto de perder la cabeza pero también consiguió tener autocontrol y determinación para separar la realidad de sus fantasmas. Se preocupó por interior tan fuertemente que quiso ir al Tíbet a conocer mejor la religión budista.
“La aventura será mi única razón de ser”
Este título es lo que pronunció antes de empezar una nueva y gran aventura. Alexandra tenía la mente ocupada en proyectos, retos y viajes. En una ocasión, su reto fue pasar 2 años en una cueva para meditar, sin duda esta mujer era reflexiva, espiritual y adoraba la meditación como motor para después iniciar sus viajes de exploración y de descubrimiento.
Era tan fuerte sus deseos de ir al Tíbet, que se esforzó para aprender tibetano y el tantrismo budista en esta cueva que se encontraba a 4.000 metros por encima del mar, vestida con una túnica de algodón para soportar temperaturas bajas con esa ropa y la fortaleza mental. INCREÍBLE.
Es importante mencionar que esta mujer se hizo muy resistente al frío, al hambre y al cansancio gracias a la fortaleza mental y a las técnicas de meditación aprendidas, combinado con su preparación física hizo que el éxito fuera su bandera. En sus biografías se explica que incluso llegaba a caminar 40 km diarios para hacerse más fuerte. En su viaje, a Lhasa, tuvo que superar temperatura extremadamente bajas, peligros constantes, hambre terrible y el acecho de animales salvajes. Pero ante cualquier desfallecimiento, ella y su amigo Yondgen, conseguían superar cualquier contratiempo. Disfrazada como mendiga y peregrina consiguió llegar a Lhasa en 1924 y pasar allí unos meses para luego más tarde volver a casa y ser recibida como una heroína.
Libros de Alexandra-David-Néel
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