Ir a la montaña cargado con nuestras nuevas tecnologías, cada vez parece que es más sencillo pero a veces esto está lejos de la realidad. Hace años, hacer una excursión por montaña significaba estar días antes mirar el recorrido, comprar el mapa, cargar con la brújula y ponerse en marcha. Es decir, la mayoría de montañeros empezaba su andadura por la montaña de la mano de amigos más experto o iniciándose en algún curso de orientación de montaña.
Al final, todos íbamos acumulando experiencia y nos íbamos haciendo autosuficientes, individualmente podías ir al monte con una cierta seguridad y de manera responsable.
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Algunos “montañeros” de la actualidad
Actualmente, mucha gente va a la montaña más por moda que por placer, a realizar deportes extremos o de aventura y no siguen el proceso natural de aprender a moverse por este entorno, de entender sus
peligros y respetarlo. Para empezar, la gente suele buscar aquellos itinerarios “fáciles” que recorren senderos marcados, tipos senderos de gran recorrido, o aquellos que en el que alguna web han colgado el track para el GPS. Pero no miran demasiado la dificultad técnica ni física, ni se compran el mapa (de papel), entre otras cosas porque no han aprendido a utilizarlo.
Lo que no sabe mucho la gente, es ¿qué hacer cuando pierdes una marca de un camino aparentemente “sin perdida”? o al menos esos nos indicaban en la web (que hemos consultado anteriormente) o el amigo que nos lo aconsejó. En realidad, cuando pierdes una marca lo primero que deberías hacer es volver hacia atrás para buscar la última marca que viste y retomar el camino de nuevo (seguramente te habrás saltado alguna) pero si se trata de una mala señalización deberías sacar el mapa (y si tienes la brújula) y orientarte. El
problema es que mucha gente se va a la montaña sin mapa y sin brújula simplemente sabiendo que color de marcas tiene que seguir y mirando el GPS.
¿Qué sucede con el GPS?
El GPS debería ser una herramienta de soporte, no la herramienta para guiarnos. Contar con el GPS como algo imprescindible nos está llevando a volvernos más dependientes de las nuevas tecnologías y a crearnos una falsa seguridad. “Falsa” porque el GPS en cualquier momento puede dejar de funcionar, ya sea porque se acaba la batería, ya sea porque haya niebla y pierda la señal o por otros motivos y en este caso solo el que cuente con mapa y experiencia y sea autosuficiente se dará cuenta que es un montañero auténtico y el que pensaba que con GPS y siguiendo marcas ya era suficiente se verá envuelto en un dilema.