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Cueva 5 de agosto
La cueva 5 de agosto o también conocida como cueva Lasgüeriz se encuentra en el municipio de Saravillo en Huesca, en el precioso Valle de Chistau (Gistaín). Esta cueva fue descubierta el 5 de agosto. Anteriormente, se había localizado solo la entrada pero no se exploro el resto de cavidad hasta el 5 de agosto de 1975, donde se quitaron unos bloques o lajas de piedra que tapaban una gatera que daba acceso a la impresionante galería principal que hoy en día conocemos.
Cómo llegar y datos aproximación
Punto inicio
Desde el pueblo de Saravillo en el valle de Chistau, tomamos una pista que sube al ibón de la Basa de la Mora y al Collado de Santa Isabel, aquí hay un estupendo refugio sin guardar pero en buen estado para hacer noche, el refugio de Santa Isabel. El lugar es precioso.
Se puede llegar hasta este refugio en vehículo, nosotras lo dejamos unos km más abajo, primero porque la pista cada vez era más incómoda de subir con coche aunque es perfectamente transitable y también porque queríamos caminar algo antes de hacer la cueva.
Desde el Collado de Santa Isabel la distancia aproximada (ida) hasta la Cueva del 5 de agosto es de 1,5 km y desnivel + de 160 m.
Datos aproximación desde nuestra posición (solo ida)
Distancia: 3,99 km. Desnivel +: 484 m. Tiempo empleado: 1 h 15 minutos. Dificultad: Fácil.
Track GPS aproximación Cueva 5 de agosto
Descárgate track aquí:
Crónica de la Cueva 5 de agosto
La aventura de hoy consiste en ir a explorar la Cueva 5 de agosto, subimos con el coche por la pista de Saravillo que encontramos en medio del pueblo. Esta pista tiene o tenía un peaje de 3 euros para su mantenimiento pero hoy la encontramos abierta.
Seguimos con el coche subiendo, primero aproximadamente 3,5 km, hasta un desvío de pistas, tomamos a la derecha para seguir subiendo durante 4 km más hasta el refugio de Santa Isabel si quieres llegar hasta aquí, nosotras lo dejamos aproximadamente 2,5 km antes y haremos la aproximación a pie.
Desde el refugio de Santa Isabel hay una aproximación de unos 30 minutos, avanzamos por la pista hasta la primera curva. Unos hitos a la derecha nos indica una senda que seguiremos, va rodeando casi en plano la montaña, cruzaremos un barranco y después empezaremos a subir de manera más contundente, el camino a veces está desdibujado y es perdedor pero algunos hitos nos indican que el camino correcto.
Desde la lejanía hemos avistado una gran boca en la pared, que es la que pensamos que será nuestra cueva. Bego lo ve inaccesible y no piensa jugarse “el pellejo”, para tranquilizarla le comento que no he leído en ningún blog ni reseñas que indique que llegar es complejo, nadie habla de una aproximación difícil y no lo es, solo algo perdedora pero os dejo el track. Solo hay una pequeña tartera que tenemos que cruzar y subir pero sin demasiada dificultad.
En la entrada nos equipamos con el casco, el frontal y nos abrigamos algo. La entrada ya es un tubo de destacable tamaño, con el suelo tapizado de hierba fresca y con una cantidad importante de insectos voladores, de todas maneras me parece una visión fantástica y emocionante.
A los pocos metros, ya encontramos la gatera de unos 10 metros por dónde tenemos que avanzar, es un conjunto de bloques caídos por los que hay que reptar. En un primer momento, nos genera duda que sea por dónde hay que entrar pero como sabemos que hay que pasar una gatera avanzamos con precaución pero progresamos y además correctamente, especialmente cuando ves que la gatera acaba en una sala de altos techos.
Al salir de la gatera, se nos abre otro mundo en el subsuelo. Después de bajar una rampa, estamos antes una galería inmensa como si de un túnel se tratase, es casi perfecto y parece increíble que se haya formado esta maravilla.
No es una cueva con muchas formaciones, pero sí que es curiosa visitarla por encontrar esta inmensa y larga galería, un recorrido de 1067 m con un ligero desnivel ascendente de 16 m y un descendente de 46 m (dos pozos: de 34 m y 46 m). Además, las dos gigantes estalagmitas, imagen de la cueva del 5 de agosto, en medio de este lugar son una visión de otro mundo.
Al poco de entrar, encontramos a la izquierda una galería que baja que parece ser que hay unos pozos verticales pero que nosotras que no llevamos material no podemos hacer, solo asomamos la cabeza. Seguiremos por el “túnel” de la galería principal.
Me parece curioso unas formaciones que veo en paredes y techos, que resulta ser nódulos de sílex incrustado en la roca.
Después de recorrer unos centenares de metros, pero casi al principio de la cavidad encontramos lo más característico de esta cueva, dos estalagmitas gigantes que son de gran belleza.
Vamos buscando las formaciones en la cueva, que aunque son escasas en tanta inmensidad, las hay. Encontramos un socavón a medio camino, que pasamos por su lado izquierdo con cuidado y seguimos. Se trata de una cueva fácil, aunque casi al final tenemos que trepar y destrepar alguna parte y poner cierta precaución.
Recomiendo llegar hasta el final, ya que la surgencia de agua aquí está más viva y encontramos algunas concreciones como pequeñas estalactitas, estalagmitas y alguna colada.
Durante el recorrido, en el suelo hemos encontrado formaciones en forma de “raíces”, son concreciones formadas por el agua, pequeños gourgs y terrazas. También unas pequeñas banderas o coladas con forma de “medusa” a la derecha durante el recorrido (mirar la foto).
La galería es larga y parece que nunca acabe, alguna curva que recuerda los meandros de un río antes de llegar al final, el suelo es bastante plano pero también encontramos alguna canalización producida por el agua.
La vuelta es por el mismo sitio, afrontamos la gatera con mayor seguridad porque no entramos en lo desconocido pero sí que nos parece más estrecha, quizás la forma de los bloques nos dificulten más el paso a la vuelta que a la ida, pero no es ni agobiante ni imposible.
Ya en la boca, nos queda el exterior, el caluroso día de junio nos hará sudar hasta el coche pero con la satisfacción de haber caminado por el interior de las entrañas de la tierra. Algo que tanto a Bego como a mí, nos fascina.
Comeremos, cogeremos fuerzas y a la tarde iremos a la Cueva de Arnales, una auténtica joya.
